El sol brilla entre las hojas del árbol
mientras cantan alegres los pájaros en sus ramas. Bajo la verde
cúpula, me siento a descansar. Cierro los ojos dejándome llevar por
la arrulladora melodía de la brisa.
Abro los ojos y ella está frente a mi,
mirándome. Una sonrisa se dibuja en sus labios mientras sus hermosos
cabellos juegan con el viento. Se acerca y cuando llega hasta mi, se
inclina, pone sus manos en mi rostro y entonces me besa. No hay
palabras con las que poder describir la calidez y ternura de ese
beso.
Se aparta un poco. Un “te quiero”
brota de mis labios. Ella sonríe. Se pone en pie y se dispone a
marcharse:
Pero ella sigue ahí de pie. Intento
agarrar su mano pero me es imposible, ella se sigue alejando de mi.
Mis esfuerzos por mantenerla junto a mi son en vano. Lágrimas de
desesperación resbalan por mis mejillas.
Vuelvo a cerrar los ojos y cuando los
abro de nuevo, ya no está ahí. Todo había sido un sueño, una
ilusión. Solo un ardid con el que Morfeo pretendía divertirse, me
había dado el amor de la persona amada y después me lo había
arrebatado. Pero en mis labios aún persiste el tacto de ese beso.
Puede que todo haya sido un sueño pero mi amor es real.
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