8 de noviembre de 2011

Amore Deperire (Morir de amor), 2ª Parte.

Las bayonetas brillaban entre la humareda que producían los disparos; por doquier volaban los proyectiles y el relinchar de los caballos se confundía con el estruendo de la artillería y el gemir de los heridos.
El joven capitán del 5º Regimiento de dragones se encontraba observando el escenario donde tenía lugar la batalla, junto a los hombres que conformaban la compañía bajo su mando cuando vio a un batidor a caballo acercarse a su coronel, sacar de su portapliegos una papel, entregárselo al coronel y marcharse a galope. El capitán contempló a su superior leer el legajo y espolear a su montura hasta el lugar donde se encontraba.
- Capitán Gerard, dirija a sus hombres contra el flanco derecho enemigo.
El oficial saludó marcialmente y volvió grupas hasta dirigirse a sus hombres.
- ¡Segunda compañía del 5º de dragones!¡prepárense para cargar!
Los dragones de dicha compañía formaron dos líneas dispuestas para el combate.
- ¡Desenvainen!
El aire se rasgó al salir los afilados sables de sus vainas, los dragones alzaron un momento sus armas antes de dejarlas descansar sobre el hombro.
- ¡Segunda compañía!¡Al paso!
El corneta tradujo la orden y las dos filas de hombres y caballos se pusieron en marcha, intentando mantener sus monturas dentro de la formación para no romper la línea. A media legua de distancia se podía divisar su objetivo: un regimiento de infantería de casaca blanca y bicornio adornado con escarapela y plumín rojo, que tras haberse percatado de la maniobra de los dragones, corrían a formar en cuadro.
- ¡Segunda compañía!¡Al trote!
Los jinetes apretaron las rodillas contra los flancos de sus caballos. La línea apenas conseguía mantenerse; algunos caballos se adelantaban, obligando a los dragones a tirar de las riendas. La formación enemiga se hallaba cada vez más próxima. De la misma partió una descarga que dio con varios jinetes en el suelo.
- ¡Segunda compañía!¡Al galope!
Los dragones clavaron las espuelas en los flancos de sus caballos. La línea se deshizo. La infantería volvió a levantar sus fusiles, dirigiéndolos hacia la caballería cada vez más próxima. Un estruendo estremeció el regimiento y el humo de la descarga ocultó las filas. De repente, el oficial sintió dolor en el pecho, próximo a su hombro derecho. El sable cayó de su mano, quedando colgado por la dragona. Aflojó las riendas, sin poder mantenerlas en su mano; el caballo aflojó el paso hasta casi detenerse. Aturdido, contempló el orificio en su casaca a través del cual emanaba la sangre. A su alrededor continuaba la batalla, los dragones se batían contra la infantería. Los gritos, la sangre y el humo inundaban todo.
Sin fuerzas, el capitán de dragones se dejó caer sobre la grupa de su montura. Sentía como la vida se le escapaba con cada gota de sangre que brotaba de su herida. Asaltaron sus recuerdos la imagen de unos ojos verdes, vidriosos a causa de las lágrimas en el momento de la despedida.
- Regresaré a tu lado, lo prometo.- Esas habían sido sus palabras en aquel momento mientras que, con el pañuelo que ella misma le había regalado, enjugaba el llanto que bañaba el rostro de la dama. Unas lágrimas resbalaron por las mejillas del oficial, no volvería a contemplar aquellos ojos cuyo verdor lo tenían hechizado. Todo acababa de esa forma, en mitad de una batalla, rodeado de hombres que se mataban entre ellos, lejos de la chica a la que había amado…